Escribí esto en el retiro de Re-Evolución Personal 2025, de mi gran hermano Raúl Romero, el Zorro audaz, preciso y misterioso.
Está vez no hay audio, estamos en silencio y no puedo hablar para grabar. Allá tú si te lo pierdes por no permitirte un Momento de Tranquilidad.
Ayer mi otro hermano,
, me invitó amorosamente a tocar la flauta del abuelo en la sesión expansiva. Con una firme y poderosa intención desde el llamado de mi corazón, compartí unas palabras a mis hermanos de las que nace este escrito.Un momento para agradecer.
Un espacio, una pausa, un momento que nos detiene para parar, observar y agradecer lo realmente importante.
Un momento para agradecer, honrar y reconocer con humildad a los que van antes de mí y que, con la experiencia de su machete, nos abrieron la maleza que hoy nos muestra el camino.
Agradecer a nuestros padres que, antes que nada, y también, después de todo, son dos seres humanos, igual que tú, igual que tus hijos, igual que yo.
Dos humanos, dos amantes, dos familias y cientos de linajes que, al inmortalizar el encuentro de su amor, sembraron un nuevo destino: el tuyo.
Gratitud a pesar de todo, y por más duro que sea, porque sin ese momento no hay vida. No sentimos. No experimentamos. No amamos. No hay llamado. No hay propósito. No hay evolución. No hay erotismo. No hay sensaciones. No hay camino. No hay libros. No hay tú y no hay yo. No hay nada. No hay.
A nuestros padres, con gratitud y humildad en nuestro corazón.
Un bellísimo momento para honrar y agradecer a nuestro espejo maestro: nuestras parejas.
Nuestras amadas mujeres, que con sus caricias, besos y abrazos encienden la chispa que prende en fuego nuestro corazón.
Esas maravillosas compañeras del espíritu que iluminan con claridad lo que no podemos ver y reconocer en nosotros mismos. Que todo lo que nos duele con ellas es un reflejo de lo que tenemos que trabajar en nosotros mismos. Que nos inspiran a sostener y elevar la llama de nuestro propósito superior en un compromiso al servicio de nuestra familia.
Agradecemos profundamente el compromiso de nuestra relación con ellas, porque constantemente nos recuerda que lo que nos trajo hasta aquí no será lo que nos llevará al siguiente nivel.
También un momento, un silencio mental, un gran Momento de Tranquilidad para recordar y agradecer a nuestros hijos. Esos pequeños maestros de almas puras y libres de sí mismas que, al ver la vida suceder en su ceremonia de bienvenida a esta dimensión, en el sagrado instante de su nacimiento, con su primera respiración, transforman la vida para siempre. Y nos entregan, sin palabra alguna, la enseñanza maestra: el amor incondicional.
Gracias eternas por la maravillosa fuerza del amor incondicional que nos sostiene en el camino de la mente al corazón.
Gracias a Mateo, a mis sobrinos, a tus hijos, a tus nietos, que nos recuerdan que “el secreto del despertar se encuentra siempre en nuestra presencia”, y que la vida se siente y se vive mejor cuando vivimos con la curiosidad y el asombro de un niño que descubre el universo.
Otro espacio, otra portentosa pausa y silencio que honra y agradece a los mentores, maestros y hermanos de camino que nos ayudaron a cincelarnos y formarnos. Esas figuras tan significativas que nos inspiraron a elegirnos a nosotros mismos y, en un acto de coraje, comprender y asumir que el máximo maestro es uno mismo.
Fuentes de conocimiento, experiencia y sabiduría. Fuentes de camaradería, de coraje y valentía, de inspiración, de reconocimiento. Grandes hermandades y espejos en los que cada uno nos muestra una forma diferente de experimentarnos a nosotros mismos.
Gracias a ellos por su generosidad, su tiempo y su paciencia.
¿Cómo no agradecer la maestría de las 10,000 horas cuando la vemos suceder? Cuando esas horas, a través de esa persona, representan el ejemplo y la muestra de lo que es humanamente posible en una vida. El camino de algunas personas que representan una nueva posibilidad y, con sus 10,000 horas, nos inspiran a erradicar el peso del esfuerzo y transformarlo en entusiasmo.
Admiración y reconocimiento total a quienes llegan hasta la maestría de sí mismos. Desde el que comparte lo mejor de su ser con el canto y música de su corazón, hasta el que desdobla y nos revela la sabiduría adquirida en su trayectoria de vida en un solo concepto que ilumina nuestra alma.
Y por último, un silencio absoluto para agradecer a nuestro corazón.
El maestro de maestros. El único que conoce el camino a nuestro llamado interno. El único que nos mostrará, con creatividad y confianza, cómo desdoblar lo mejor de nosotros mismos en todo momento y con toda persona, en un camino de servicio al corazón de nuestro hermano y hermana, y de nosotros mismos.
Al corazón le agradecemos los actos de coraje y valentía a los que tuvimos que elevarnos para elegirnos y asumirnos a nosotros mismos.
Y también, lo ponemos enfrente y le pedimos perdón por toda la mierda de juicios, juzgamientos, quejas y comparaciones con los que lo alimentamos durante muchos años.
Al corazón lo elevamos a la altura de la mente para integrarnos y liberarnos de la máxima prisión del enemigo interno, que, muchas veces, somos nosotros mismos.
Al corazón le agradecemos el poderoso eco de su latido, ese tambor ancestral que, entre más fuerte se siente, más vivos nos sentimos. Nos sentimos completos porque conecta con la fuente de vida: el corazón de nuestra madre, que en su vientre marcó el ritmo de nuestra existencia.
Gracias al corazón de nuestras madres por el sonido de su tambor que siempre nos guía a donde se esconde la verdad.
Y por último, gratitud absoluta al corazón de quien se atrevió a ser sí mismo y levantó sus alas para, con las alas del amor, volar hacia su libertad.
A todos esos corazones, les agradecemos haberse iniciado en el camino de la mente al corazón.
Como nos dijo un hermano de camino, “¿Cómo sería una vida en la que el corazón reinara?”.
Gracias a Rául y José, a los virtuosos Fer y Álvaro, y a los hermanos que contuvieron este espacio.
Javier Morodo - Reflexiones 2024
Si alguna vez te has preguntado, cuestionado o dudado sobre la inmensa fuerza que surge al tener el coraje de elegirte a ti mismo, te invito a escuchar este testimonio de vida.
Lo he vivido de cerca, en primera línea, y ha sido una fuente inagotable de inspiración para mi propio crecimiento y evolución personal.
Nos elevamos al nivel de nuestros sistemas, y también, al nivel de nuestro ecosistema.
Elige tus relaciones más cercanas con intención, porque lo importante no es el destino ni el camino, sino quién te acompaña.
¡Ahó por este camino de evolución,
!
¡Gracias, hermano Halcón, por agradecer y ser la muestra! "Le damos gracias a nuestro Padre solo por una cosa: que no estamos separados de ninguna cosa viviente y, por lo tanto, somos uno con Él. (...) Permitamos que nuestros hermanos reclinen su fatigada cabeza sobre nuestros hombros y que descansen por un rato. Damos gracias por ellos. Pues si podemos dirigirlos a la paz que nosotros mismos queremos encontrar, el camino quedará por fin franco y libre para nosotros". (Un Curso de MIlagros, Libro de Ejercicios, Lección 195, 6-7).
Gracias, gracias, gracias querido hermano halcón. Qué privilegio presenciar tu vuelo. Aho por tu camino, querido hermano, Aho! 🪶