Regresar al centro
Hace unos días descubrí nuevos niveles de frustración que me sacaron del centro y pusieron a prueba el poder unificado de la espada, el escudo y el arco del que hablé en el escrito pasado.
Tenía planeada una semana intencional para llenarme de energía con grandes planes. Días para conectar compartiendo en conversaciones brutalmente honestas y abiertas. Momentos de aprendizaje, reflexión y semillas para regar.
El martes, una caminata con Ana Carina para reflexionar sobre permitir. El miércoles, una sesión de consejo con un gran invitado, Raúl Romero, para irnos profundo e integrar nuevas perspectivas. El jueves, evento de Cracks MM para aprender compartiendo. El viernes, un viaje a La Paz con una riqueza y significado especial con mis grandes hermanos Arturo Lomelí, Pato,
, Pablo Sánchez y Luigi Adame.Lo que no sabía es que el Gran Mecanismo jugaría otras cartas obligándonos a subir varios niveles de dificultad en la aventura más importante de todas: la familia.
La noche del martes, mi hijo despertó llorando con sentimiento e incomodidad; pensamos que fue por reacción a la vacuna que le pusieron ese día. Pasaron las horas y su llanto y sufrimiento solo escalaron de nivel.
En la madrugada, su llanto era continuo y cada vez más fuerte. Fuimos descubriendo sus distintas emociones al llorar mientras nos desgarraba el corazón en cada escalón hacia arriba en la pirámide del dolor.
De las 9:30 PM a las 4:00 AM no paró de llorar, gritar y expresar su dolor de la forma en que podía. Su temperatura subió sin control hasta hervir a 39 grados. Fueron momentos terribles enfrentando la primera enfermedad de nuestro primer hijo. Estábamos asustados, sintiéndonos inútiles y sin claridad de qué era lo mejor que podíamos hacer. ¿Si vamos al hospital nos estamos adelantando o ya vamos tarde? ¿Estamos actuando con conciencia o reaccionando desesperadamente?
Su única forma de expresarse era en un grito de auxilio y en lágrimas que te transmiten la pesadilla que está atravesando. Lo cargué, abracé y contuve en total presencia y amor, y mientras me veía a los ojos llorando sin parar, me preguntaba: ¿Cómo te quito esta enfermedad y dolor, y lo atravieso yo por ti?
Tu frustración e impotencia como padre aumentan en proporción directa al sufrimiento del bebé. No puedes cambiar ni controlar la dura experiencia que le toca atravesar a tu hijo. En cada lágrima sientes cómo te clavan algo en el corazón, y nada lo puede terminar inmediatamente.
El escenario es tan complejo y cambiante que la comunicación con tu pareja aumenta varios grados su dificultad. La desesperación e impotencia de terminar el sufrimiento del bebé nubla el pensamiento y olvidas que no solo el bebé necesita tu mejor versión, sino que la tormenta exige que se la compartas a tu pareja para que juntos puedan navegarla.
A momentos recordaba a mi hermano Pepe Ramos diciéndome: “en la paternidad solo vas subiendo de niveles”.
Y navegando esos niveles, entendí que la clave está en el nivel de awareness y presencia que llevas al nuevo capítulo mientras sucede. Si logro salirme y observar la situación, puedo hackear mi reacción para regresar al centro y actuar con madurez desde una percepción más elevada.
En ese momento, resignifiqué la tormenta en un entrenamiento de cinta negra, despresurizando la situación a pesar del cansancio, la frustración y la desesperación. Nos graduamos de lo conocido para dar un salto a lo desconocido.
A las 4:30 AM logramos dormirlo por unas horas. En la mañana fuimos al pediatra y el resultado fue una prueba de COVID positiva. En la madre, la putiza de este entrenamiento va comenzando, pensé.
La prueba positiva transformó la enfermedad en una oportunidad para fortalecer mi carácter como padre.
Al regresar a casa, aborté el consejo con Raúl Romero; fue un regalo que hice a mi consejo, pero el Gran Mecanismo no me invitó a la sesión. Pasó la tarde y lo contuve 1.5 hrs meditando y contemplando con él en mis brazos, enfocado en transmitirle mi energía y ser un canal para acelerar su sanación. Se perdió en un sueño profundo, pero despertó y comenzó la guerra.
La única herramienta que nos quedaba era el supositorio; una medida que estoy seguro a nadie le gusta recurrir y menos por primera vez. Hirviendo y berreando, nos miraba suplicando que no lo hiciéramos; aún así, era necesario. Fue nuestra primera decisión en contra de su voluntad y hacerlo fortaleció nuestra toma de decisiones por su beneficio en el largo plazo, por más duro que pueda ser.
Fue una maravilla, a las pocas horas hablaba, se reía y jugaba. Tuvimos una mejor noche y no hubo llanto nocturno. Amaneció sonriente y alegre, de todos modos, seguía en recuperación.
Durante la mañana del jueves, reflexioné sobre la resiliencia de un bebé. ¿Cómo se ha de sentir que te mueres sin poder comunicarte y la única opción es atravesar la tormenta sin rendirte en el proceso? Como una noche oscura del alma en una primera ceremonia de Ayahuasca, me imaginé.
El jueves por la noche lo abracé hasta dejarlo profundamente dormido en mis brazos. Terminé mi maleta para La Paz y nos dormimos.
A las pocas horas, despertó incómodo y con llanto sin parar hasta las 3 AM. Se nublaba la oportunidad de compartir con mis grandes hermanos y crecer 1% en ese viaje. Amanecimos y vi a mi esposa rendida; en ese momento supe que el viaje era historia.
Sentí el cansancio y la frustración acumulada, así que salí a caminar con Mateo para despejar la mente y ver de dónde viene mi enojo. La frustración venía de la desconocida e intensa experiencia vivida con él, de perderme dos eventos que esperaba con entusiasmo, y de no expresarme abiertamente con Karla.
No era perder un viaje con amigos. No se trata de eso.
Era una separación familiar para recuperar oxígeno y despejar la mente después de los primeros 5 meses de paternidad. Una oportunidad para aprender de la relación de Arturo con su hijo y tomar lo que me haga sentido para aplicarlo en mi camino. Y siendo el underdog en ese grupo de mentes brillantes, quería compartir y escuchar su perspectiva sobre la visión que tengo para mi futuro rol en Metrópoli y la expansión de Momentos de Tranquilidad.
Además de las fascinantes conversaciones de poder y profundidades que alcanzaríamos conectando y compartiendo. En resumen, era un viaje del que regresaría siendo 1% mejor y el principal beneficio sería para mi familia.
Experiencias así son fascinantes porque lo mejor que puedo hacer por ti es trabajarme a mí y lo mejor que puedes hacer por mí es trabajarte a ti.
Después de meditarlo comprendí que la muestra de amor más grande a mi hijo es la paciencia. Aprendí que la paciencia no solo está en esperar, sino en acompañarlo y contenerlo mientras enfrenta su propia tormenta.
Muchas veces hablo de mi hijo como mi maestro, y bueno, ahora sí me recordó que la ceremonia infinita está en el camino de la familia.
Caminar, contemplar y escribir me ayudaron a integrar la frustración y resignificarla en semillas de transformación para regresar al centro. Profundice la integración con un fasting de 48 horas para afinar la antena y con claridad captar las señales del Gran Mecanismo y actuar en consecuencia.
Y cierro con algo que aprendí de Raúl Romero y experimente este fin de semana.
Es imposible estar siempre en tu centro; la clave está en qué tan rápido regresas cuando la realidad te saca de ahí.
- 🪶🧙🏼♂️
Sistematizando el potencial humano
Interesante plática y entrevista de
a Javi Mata en Revolución de la Riqueza. Me recordó lo transformacional que fue sumergirme en Date With Destiny con Tony Robbins hace un par de años.Un evento que potencia tu evolución a través de reconfigurar tu software interno para alcanzar tu máximo potencial.
Something to think about
La iluminación ocurre cuando la ola entiende que ella es el océano.
- Thich Nhat Hanh
Hermano que bueno que todo salió bien, si te interesa tener otra perspectiva acerca del “covid” te mando info y que puedas tomar la mejor decisión para ti y tu familia.
Te mando un abrazo fuerte
Cuando escribiste creo que escribiste en nombre de muchos padres que lo hemos vivido y no lo hemos sacado, gracias 🤍